Nuevos enfoques para el empleo

En los últimos diez años, fundamentalmente a consecuencia de las convulsiones derivadas de la crisis, hemos asistido a unos cambios sociales de amplísimo calado. Y, sin duda, uno de los ámbitos que más se ha resentido ha sido un mercado laboral que ha dejado de ser tal y como lo conocíamos. En apenas una década se han derrumbado muchas de las cosas que dábamos por supuestas, y es normal que, ante un cambio tan frenético, nuestra sensación sea de intranquilidad, cuando no de temor.

 

Puestos de trabajo que desaparecen o se modifican continuamente,  modalidades de trabajo por proyectos en los que muchos sólo ven temporalidad, uberización de la economía, etc. La velocidad a la que se dan los cambios nos abruma y, ciertamente, el futuro que se vislumbra en el horizonte no es del agrado de todo el mundo.

 

Por otro lado, basta consultar el muro de LinkedIn o de cualquier otra red social para detectar mensajes alarmistas respecto al efecto que va a tener la tecnología sobre el mercado laboral: destrucción masiva de puestos de trabajo, sustitución de trabajadores/as por robots etc.

 

¿Y qué podemos hacer? Frente a estas visiones catastrofistas, tenemos que optar por ver el vaso medio lleno. Que es un momento complejo, lleno de dudas, y que hay y habrá momentos difíciles, eso no lo niega nadie. Pero, por otro lado, también es una era de nuevas oportunidades, con un enorme abanico de posibilidades de desarrollo personal y profesional, en buena parte gracias a un mundo digital que hace que las tengamos al alcance de nuestra mano, de manera incluso gratuita en muchas ocasiones. Y no son pocos los estudios que señalan que la tecnología acabará creando más empleo del que destruirá, y que nos hará la vida más fácil.

 

El momento es exigente: ya no vale sólo con tener formación y/o experiencia para acceder a un puesto de trabajo, sino que hay que estar continuamente actualizándose, desarrollar competencias como la comunicación, el trabajo en equipo, la empatía, etc. Hay que poner mucho más esfuerzo en auto-conocernos, dedicar tiempo al entrenamiento de las competencias digitales, hacer networking y cuidar la marca personal, aspecto sumamente importante, en un país donde 7 u 8 de cada 10 ofertas no salen nunca a la luz.

 

La nueva empleabilidad es muy diferente a lo que se venía haciendo tradicionalmente en los programas de empleo. Y por eso, hacen falta programas distintos, que pongan a las personas en primer término. Porque el talento está en ellas, y cuando se comparte y se pone en común, es mucho más poderoso. Las experiencias y los aprendizajes que nos han dejado las más de 8.000 personas que han pasado por el Programa Lanzaderas a lo largo de estos casi cinco años así lo atestiguan.

 

Hemos podido ver de primera mano historias de superación personal, de creatividad colectiva, de talentos que salen a la luz si se dan las condiciones adecuadas. Y solidaridad, mucha solidaridad. En un mundo como en el que vivimos, lo que nos diferencia de las máquinas son elementos como la creatividad y la inteligencia social y emocional. Y es eso lo que debemos potenciar. Y, para ello, es necesario el compromiso de todos: administraciones, empresas, profesionales, entidades sociales, instituciones educativas y la ciudadanía. Sólo de esta manera podremos superar con éxito los retos que nos plantea el contexto laboral.

 

Álvaro Retortillo Osuna es Director del Área de Innovación Social y del programa Lanzaderas de Empleo en Fundación Santa María la Real

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