¿Cómo contribuye el coaching a la búsqueda activa de empleo?

Artículo de Rocío Pérez Guardo, responsable de Metodología, Formación y Personas del Instituto InnOrbita de la Fundación Santa María la Real. 

 

El coaching ayuda a combatir la creencia de que “no hay nada más que podamos hacer para conseguir un empleo”. 

 

 

El mercado de trabajo ha cambiado. Algunas profesiones desaparecen, otras se desdibujan, otras cambian, otras nacen. Cada vez nos resulta más difícil incluso poner nombre a nuestra profesión; explicar a qué nos dedicamos, para qué estamos capacitados/as exactamente.

Se debe en parte a las nuevas competencias demandadas por ese mercado laboral más allá de las competencias técnicas tradicionales de cada sector de actividad: polivalencia, flexibilidad, compromiso, competencias digitales, iniciativa, resolución…

Un sinfín de competencias comunes a varias profesiones (transversales), a las que la formación reglada no le había prestado demasiada atención, o lo había hecho desde un enfoque teórico y no práctico.

El mercado de trabajo ha cambiado, y por lo tanto también ha cambiado la manera de buscar trabajo (si queremos que la búsqueda sea exitosa). Los cambios afectan tanto a quienes pierden sus puestos de trabajo o acceden por primera vez al empleo, como a los y las profesionales dedicados/as a apoyar a estas personas en sus procesos de búsqueda y desarrollo de competencias (orientación laboral, formación, recursos humanos y desarrollo de personas, etc.).

Muchas personas en situación de desempleo se enfrentan de repente a esta realidad desconocida para ellos/as. Unas porque llevaban toda la vida trabajando en la misma empresa; otras porque las educaron pensando que un título les garantizaba un empleo fijo y de calidad. Personas de todas las edades ven como la realidad que tienen delante no es la realidad para la que creían estar preparados/as.

 

 

¿Qué hacemos cuando nos quedamos en desempleo o salimos por primera vez al mercado de trabajo? Cuando optamos por asumir de forma responsable la búsqueda, con fuerza de voluntad, esfuerzo y perseverancia, hacemos lo que nos han enseñado a hacer en estos casos. Hacemos un currículum, en el mejor de los casos varios currículos para adaptar el documento a diferentes ofertas de trabajo. Después lo mandamos a empresas o a portales de empleo, generalmente a través de internet y en ocasiones también en mano.
Ese currículum tipo, sacado de la plantilla de alguna web y cumplimentado según los consejos de algún/a profesional que nos receta indicaciones de orientación laboral de toda la vida, circula de manera masiva por la red junto a otros miles de currículos. Durante algunos períodos de tiempo, nos dedicamos a mandar cientos de currículos, a cientos de ofertas más o menos ajustadas a nuestro perfil.

 

 

Y cuando vemos que pasa el tiempo y que no obtenemos resultados a corto plazo, dejamos de realizar envíos y paramos la búsqueda de empleo. No lo hacemos por irresponsabilidad, sino apelando al sentido común, ya que “no hay trabajo” porque “ya hemos hecho todo lo que podíamos hacer al respecto”. Hemos utilizado todas las alternativas conocidas, y por tanto hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos.

El sentimiento de impotencia y frustración nos invade cuando enfrentamos esta situación en primera persona. El sentimiento de impotencia y frustración también invade a los/as orientadores/as, formadores/as y demás profesionales con responsabilidades en el fomento de la empleabilidad.

 

 

 

 

¿Qué podemos hacer ahora que ya hemos mandado tantos currículos e incluso nos hemos hecho un perfil de Linkedin y no hemos conseguido nada?. ¿Qué podemos hacer para facilitar la obtención de empleo a aquellas personas que nos transmiten que ya han puesto en marcha sin éxito todos los consejos de “fórmula” que les hemos dado como especialistas en empleabilidad?

Si se han agotado todas las alternativas conocidas, parece ser que la solución pasa por ser capaces de generar más alternativas de acción. Aquí es donde entra el coaching como una herramienta más, una muy buena herramienta, para dar respuesta a esta necesidad.

 

 

El coaching es una disciplina, nutrida a su vez de varias corrientes filosóficas y de la psicología (entre otras), que en la medida que tiene como principal objetivo de proceso facilitar la generación de mayor consciencia en el/la coachee (cliente), tiene como principal resultado la generación de más alternativas de acción para el mismo/a, y por lo tanto, más posibilidades de éxito en el logro de sus objetivos. El coaching ayuda a combatir la creencia de que “no hay nada más que podamos hacer para conseguir un empleo”, eliminando el sentimiento de impotencia.

El coaching ayuda a superar el enfoque de intervención frente al desempleo vertical, en el que un/a profesional, al ser experto/a en la materia y mediante un diagnóstico previo, tiene el poder, deber (y presión por otra parte) de decirle al usuario/a o cliente lo que tiene que hacer.

En posteriores artículos profundizaremos en las características propias de esta herramienta de trabajo, el coaching, y en sus diferencias en otros enfoques de intervención frente al desempleo, igualmente interesantes y necesarios, pero insuficientes para trabajar desde la individualidad de cada persona en lo referente a identidad, valores, creencias, capacidades, conductas y entorno.

 

Profesional en situación de desempleo: lo importante no es tener respuestas iguales para todos/as, sino la pregunta que nos hagamos y cómo la contestemos cada uno de nosotros/as.

Profesional del fomento de la empleabilidad: tenemos la responsabilidad de estar actualizados/as en nuestra profesión, porque sólo así cumpliremos nuestro papel en la gestión del cambio social.

* Si queréis acceder a una exposición más detallada sobre esta temática, lo podéis hacer aquí: una intervención que realice en las II Jornadas de Inteligencia Emocional, Programación Neurolinguística y Coaching de Valladolid, organizadas por Darte Coaching.

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