La facilitación de grupos

Artículo de Isabel Campo Fernández, facilitadora de procesos grupales, formadora y técnica de Metodología , Formación y Personas en el Instituto InnÓrbita de la Fundación Santa María la Real.

 

¿Cuántas veces te has encontrado un conflicto dentro de un equipo, con dificultades para desarrollar una idea o para poder expresar tu opinión por temor a las reacciones de las demás personas? ¿Cuántas veces has salido de una reunión con la sensación de haber perdido el tiempo sin haber llegado a ninguna decisión o determinación?

 

Estas son situaciones en las que casi todas las personas nos hemos visto cuando hemos formado parte de un equipo o de algún otro grupo como puede ser la comunidad de vecinos/as, la familia, o en el círculo de amistades. Sin embargo, es muy posible que la vivencia de cada una de estas experiencias sea diferente en función de las personas presentes en cada momento, y en función también de quién estuviese gestionando dichos espacios en cada situación.

Es importante que la persona que acompaña o que lidera un equipo o grupo cuente con ciertas competencias y habilidades para el buen desarrollo del mismo. Estas habilidades no son innatas ni son algo que se adquieran de la noche a la mañana, pero se pueden adquirir.

Para que una persona pueda ocupar el rol de facilitador/a de manera eficiente es necesario conocer el funcionamiento de los procesos grupales; conocer herramientas concretas y tener variedad en la “maleta personal”; estar atenta a lo que sucede en el campo grupal y que no se verbaliza o comunica;  y conocer las estructuras de poder para garantizar que no se produzcan abusos de poder y se dé una participación equitativa, efectiva y real en el grupo, entre otras muchas cosas que resultan importantes y valiosas para la facilitación de grupos.

Un buen comienzo es saber que existe  la facilitación y entender que es  un conjunto de herramientas, técnicas y habilidades que sirven para crear las condiciones que permitan un desarrollo satisfactorio de los procesos grupales y personales, tanto en la consecución de sus objetivos y realización de su visión, como en la creación de un clima relacional donde estén presentes la confianza y una comunicación fluida, empática y honesta.

 

 

Impartir un taller no es siempre facilitar un taller; coordinar una reunión no es siempre facilitar una reunión; gestionar un conflicto no es siempre facilitar la resolución de un conflicto. Del mismo modo, liderar un equipo no siempre es facilitar un grupo. No lo es si no se tienen en cuenta todos los elementos definidos en el párrafo anterior. Hay que tener en cuenta los resultados –completar tareas, alcanzar objetivos y desarrollar buenas estructuras–;  las personas –satisfacer intereses y necesidades personales–; y los procesos –coordinar acciones, significados e intereses–.

 

Se trata de acompañar al grupo desde el cuidado de todos estos componentes, presentes en todos los grupos y por ende, en todos los equipos. Te animo a que leas algo más sobre la investigación realizada por Google  sobre el éxito o fracaso en el funcionamiento de los equipos.
El facilitador/a  se sirve de múltiples metodologías y técnicas que se adaptan a cada una de las situaciones que se dan; dependiendo del objetivo de cada espacio se utilizan unas herramientas u otras. Cuando hablamos de espacios nos referimos a cuatro espacios diferenciados que se dan en el desarrollo y funcionamiento de los grupos y todos ellos son necesarios en la vida de los grupos.
Espacios de indagación colectiva. Para acceder a la sabiduría grupal a través de la creatividad y el arte; cuando se quiere crear una visión compartida, cuando se quieren buscar soluciones a un problema, o cuando se quiere planificar o diseñar estrategias grupales o de equipo.
– Espacios de conexión grupal. Para fomentar la unidad del grupo y la cohesión y mejorar la confianza entre las personas que lo forman, a través de espacios de celebración, juegos, rituales y costumbres.
– Espacios de toma de decisiones. Para encontrar la mejor decisión posible para el grupo o equipo, mediante el diseño y gestión de reuniones efectivas y participativas en el que todas las voces tengan cabida.
– Espacios de gestión emocional y del conflicto. Para visibilizar y gestionar las emociones presentes en el grupo, resolver malentendidos, procesar diferencias y conciliar valores, a través de la comunicación empática, asertiva, y espacios seguros para la expresión.
Dentro de un equipo (entendiendo que un equipo es también un grupo, solo que tiene unas características específicas que lo convierten en equipo),  la facilitación puede jugar un papel importante en su desarrollo ya que contribuye en la mejora de los procesos grupales, ahorra tiempo en términos de eficiencia de los procesos, previene y transforma los conflictos, fomenta la participación y el compromiso de las personas que forman parte del equipo, busca formas de organización en las que la equidad y la participación sean efectivas.

 

 

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